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A mi me pasó ya, que cuando apenas comenzaba a conocer de Dios, e ignoraba el poder de la Gracia y de la sangre de Jesús, con arrogancia y desprovisto de toda misericordia, me atreví a pensar que ¿cómo se le ocurría a alguien en pecado venir a darme lecciones…….?
Como los Fariseos, en el relato de juan, se me olvidaba el pequeño detalle de reconocer de donde me había sacado Dios….. y cuando pienso en donde estaba y de donde me fue a sacar, me arrepiento…..miro al cielo….. y con lagrimas en los ojos pregunto ¿Dios, por qué sin merecerlo, tu me quieres perdonar? Lo único que puedo reconocer es que las grandes lecciones de la gracia de Dios, se hicieron visibles en una cruz para que yo fuera libre, para que pudiera ver, para que me levantara, para que pudiera sanar mis heridas y para que pueda aprender a vivir como Él.
Hoy todos aquellos de quienes tome distancia por considerar que eran unos pecadores, no son más que una señal de Dios que me recuerda el por qué de su muerte y de su sacrificio en la cruz. Dios lo hizo por mi y por ti, tomó la decisión de Glorificarse allí donde ya no había nada que hacer, y de mirar con misericordia a aquel que estaba ciego para devolverle la vista.
Aquel que está sumido en pecado, nos recuerda que es el motivo principal por el cual el Hijo de Dios, se hizo hombre, murió en una cruz y se entregó para darnos la salvación. Ese mismo pecador que soy yo, no puede atreverse a mirar a su lado para señalar a nadie…..pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. (2 Corintios 12:9)
¿Quién soy yo ¡pecador! Para juzgar el pecado de los otros?…. “No hay más que un solo legislador y juez, aquel que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?” (Santiago 4:12)
Devocional. Tu tiempo con el Numero Uno. Lecciones de un pecador. 14 Enero
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A mi me pasó ya, que cuando apenas comenzaba a conocer de Dios, e ignoraba el poder de la Gracia y de la sangre de Jesús, con arrogancia y desprovisto de toda misericordia, me atreví a pensar que ¿cómo se le ocurría a alguien en pecado venir a darme lecciones…….?
Como los Fariseos, en el relato de juan, se me olvidaba el pequeño detalle de reconocer de donde me había sacado Dios….. y cuando pienso en donde estaba y de donde me fue a sacar, me arrepiento…..miro al cielo….. y con lagrimas en los ojos pregunto ¿Dios, por qué sin merecerlo, tu me quieres perdonar? Lo único que puedo reconocer es que las grandes lecciones de la gracia de Dios, se hicieron visibles en una cruz para que yo fuera libre, para que pudiera ver, para que me levantara, para que pudiera sanar mis heridas y para que pueda aprender a vivir como Él.
Hoy todos aquellos de quienes tome distancia por considerar que eran unos pecadores, no son más que una señal de Dios que me recuerda el por qué de su muerte y de su sacrificio en la cruz. Dios lo hizo por mi y por ti, tomó la decisión de Glorificarse allí donde ya no había nada que hacer, y de mirar con misericordia a aquel que estaba ciego para devolverle la vista.
Aquel que está sumido en pecado, nos recuerda que es el motivo principal por el cual el Hijo de Dios, se hizo hombre, murió en una cruz y se entregó para darnos la salvación. Ese mismo pecador que soy yo, no puede atreverse a mirar a su lado para señalar a nadie…..pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. (2 Corintios 12:9)
¿Quién soy yo ¡pecador! Para juzgar el pecado de los otros?…. “No hay más que un solo legislador y juez, aquel que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?” (Santiago 4:12)
MIguel Montes