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Jeremías 15:16 NVI. Al encontrarme con tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo llevo tu nombre, Seños Dios Todopoderoso.
Todo el tiempo, como seres humanos, nos dejamos llevar por muchos impulsos y deseos que, como personas, nos llaman y nos hacen perder el control de muchas maneras. Por eso, devoramos comidas, podemos llegar a ser compradores compulsivos, y con toda seguridad podemos desarrollar tendencias en las que fácilmente se pierde el control.
En este caso, el verso nos habla de una relación en la que no podemos dejar de escuchar a esa persona y de pensar en lo que ha dicho, pues para nosotros se vuelve tan significativo y tan hermoso y atrayente que no podemos dejar de pensar en ello.
Por eso, dice el verso: «Al encontrarme con tus palabras, Señor», yo las devoraba, pues ellas son el gozo y la alegría de mi corazón. ¡Y qué dicha que así fuera para todos nosotros, que no pudiéramos dejar de escuchar la voz de Dios y de meditar en ella todos los días de nuestra vida! Pues cuando lo hacemos, ellas se convierten en la alegría de la vida y en la dicha del corazón.
Termina el verso diciendo, como una de esas maneras en las que nos adherimos completamente: «porque yo llevo tu nombre, Señor Dios Todopoderoso».
Vamos a orar.
Amado Dios, gracias por tu palabra que me trae libertad y dicha, seguridad y confianza. Gracias por ser mi todo, mi despertar y mi anochecer, todo lo que tengo y el dador de todo lo que soy. Sin ti, no puedo ser ni existir, pues tú me has dado la vida. Sin ti, no podría seguir adelante, pues tú eres la llama que enciende mi vida y mi corazón. Te amo, Señor, dueño y consuelo mío, en el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 11 de enero. Alegría de mi corazón.
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Jeremías 15:16 NVI. Al encontrarme con tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo llevo tu nombre, Seños Dios Todopoderoso.
Todo el tiempo, como seres humanos, nos dejamos llevar por muchos impulsos y deseos que, como personas, nos llaman y nos hacen perder el control de muchas maneras. Por eso, devoramos comidas, podemos llegar a ser compradores compulsivos, y con toda seguridad podemos desarrollar tendencias en las que fácilmente se pierde el control.
En este caso, el verso nos habla de una relación en la que no podemos dejar de escuchar a esa persona y de pensar en lo que ha dicho, pues para nosotros se vuelve tan significativo y tan hermoso y atrayente que no podemos dejar de pensar en ello.
Por eso, dice el verso: «Al encontrarme con tus palabras, Señor», yo las devoraba, pues ellas son el gozo y la alegría de mi corazón. ¡Y qué dicha que así fuera para todos nosotros, que no pudiéramos dejar de escuchar la voz de Dios y de meditar en ella todos los días de nuestra vida! Pues cuando lo hacemos, ellas se convierten en la alegría de la vida y en la dicha del corazón.
Termina el verso diciendo, como una de esas maneras en las que nos adherimos completamente: «porque yo llevo tu nombre, Señor Dios Todopoderoso».
Vamos a orar.
Amado Dios, gracias por tu palabra que me trae libertad y dicha, seguridad y confianza. Gracias por ser mi todo, mi despertar y mi anochecer, todo lo que tengo y el dador de todo lo que soy. Sin ti, no puedo ser ni existir, pues tú me has dado la vida. Sin ti, no podría seguir adelante, pues tú eres la llama que enciende mi vida y mi corazón. Te amo, Señor, dueño y consuelo mío, en el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes