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Jeremías 31:12 NTV. Vendrán a su tierra y entonarán canciones de alegría en las alturas de Jerusalén. Estarán radiantes debido a los buenos regalos del SEÑOR: abundancia de grano, vino nuevo y aceite de oliva, y los rebaños y las manadas saludables. Su vida será como un jardín bien regado y desaparecerán todas sus tristezas.
Si hemos tenido algo hasta el momento, o hemos disfrutado de las bendiciones de Dios en muchos aspectos de la vida, es porque Dios mismo ha servido siempre la mesa para cada uno de nosotros, y la verdad es que a veces ni nos damos cuenta de las maneras insospechadas como Dios sirve y sirve y vuelve a servir la mesa una y otra vez para nosotros.
Muchas personas dirán: «Dios sirvió la mesa para mí cuando me dio una nueva oportunidad para vivir en medio de mi adicción», o «Dios sirvió la mesa para mí cuando me dio la oportunidad de reconciliarme con las personas que amo», o «cuando me perdonó y me llevó a pedir perdón», o «cuando me abrió esa oportunidad para trabajar y ser una persona de influencia», o «cuando me dio la provisión que necesitaba justo para esa obligación». Son tantas las maneras como Dios ha servido la mesa, que seguramente este año no lo dejará de hacer, pues su fidelidad dura para siempre.
Y como lo dice el verso de hoy, en este nuevo año, (Jeremías 31:12 NTV) Vendrán a su tierra y entonarán canciones de alegría en las alturas de Jerusalén. Estarán radiantes debido a los buenos regalos del SEÑOR: abundancia de grano, vino nuevo y aceite de oliva, y los rebaños y las manadas saludables. Su vida será como un jardín bien regado y desaparecerán todas sus tristezas.
Vamos a orar.
Señor, tú me conoces y sabes todo de mí, nada te puedo ocultar, ni mis deseos ni mis errores ni mis inseguridades. Hoy te doy gracias por tu palabra que me alienta y me da seguridad, decido creer en ti y esperar en ti, todo lo bueno, y todo lo que has planeado para mí desde la eternidad. Gracias de nuevo por este nuevo año y por todos los anteriores en los que no has dejado de sustentarme y de ser mi papá. Este año decido estar radiante para ti, y no solo porque me des lo que necesite, sino porque tú mismo, Señor, eres y serás siempre lo mejor que me haya podido pasar. Y esto lo oro a ti, agradecido, seguro y confiado de que sigues obrando tu perfecta voluntad en mi vida, en el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 2 de Enero. La mesa está servida.
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Jeremías 31:12 NTV. Vendrán a su tierra y entonarán canciones de alegría en las alturas de Jerusalén. Estarán radiantes debido a los buenos regalos del SEÑOR: abundancia de grano, vino nuevo y aceite de oliva, y los rebaños y las manadas saludables. Su vida será como un jardín bien regado y desaparecerán todas sus tristezas.
Si hemos tenido algo hasta el momento, o hemos disfrutado de las bendiciones de Dios en muchos aspectos de la vida, es porque Dios mismo ha servido siempre la mesa para cada uno de nosotros, y la verdad es que a veces ni nos damos cuenta de las maneras insospechadas como Dios sirve y sirve y vuelve a servir la mesa una y otra vez para nosotros.
Muchas personas dirán: «Dios sirvió la mesa para mí cuando me dio una nueva oportunidad para vivir en medio de mi adicción», o «Dios sirvió la mesa para mí cuando me dio la oportunidad de reconciliarme con las personas que amo», o «cuando me perdonó y me llevó a pedir perdón», o «cuando me abrió esa oportunidad para trabajar y ser una persona de influencia», o «cuando me dio la provisión que necesitaba justo para esa obligación». Son tantas las maneras como Dios ha servido la mesa, que seguramente este año no lo dejará de hacer, pues su fidelidad dura para siempre.
Y como lo dice el verso de hoy, en este nuevo año, (Jeremías 31:12 NTV) Vendrán a su tierra y entonarán canciones de alegría en las alturas de Jerusalén. Estarán radiantes debido a los buenos regalos del SEÑOR: abundancia de grano, vino nuevo y aceite de oliva, y los rebaños y las manadas saludables. Su vida será como un jardín bien regado y desaparecerán todas sus tristezas.
Vamos a orar.
Señor, tú me conoces y sabes todo de mí, nada te puedo ocultar, ni mis deseos ni mis errores ni mis inseguridades. Hoy te doy gracias por tu palabra que me alienta y me da seguridad, decido creer en ti y esperar en ti, todo lo bueno, y todo lo que has planeado para mí desde la eternidad. Gracias de nuevo por este nuevo año y por todos los anteriores en los que no has dejado de sustentarme y de ser mi papá. Este año decido estar radiante para ti, y no solo porque me des lo que necesite, sino porque tú mismo, Señor, eres y serás siempre lo mejor que me haya podido pasar. Y esto lo oro a ti, agradecido, seguro y confiado de que sigues obrando tu perfecta voluntad en mi vida, en el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes