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Juan 8:12 NTV
Jesús habló una vez más al pueblo y dijo: «Yo soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida».
Cuando este verso inicia diciendo Jesús habló una vez más al pueblo y dijo, es como si dijera: Jesús alumbró una vez más al pueblo y dijo. Esto es porque cada vez que escuchamos la bendita palabra de Dios, ocurre un alumbramiento, una nueva idea, una nueva manera de comprender la insensata carrera en la que muchos podemos andar. Y como lo dice el verso, podemos encontrar mayor claridad en todo lo que estamos experimentando y viviendo hoy.
Continúa el verso diciendo: «Yo soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida». Y este es el centro de este alumbramiento: si seguimos a Jesús, no tendremos que andar en oscuridad, porque tendremos la luz que nos lleva a la vida.
La verdad es que cuando no tenemos luz, no podemos ver nada claro. Por eso nos tropezamos y tenemos que andar a tientas, tocando una pared para poder salir a un lugar que tenga algo de luz para mirar claramente.
La verdad creo que necesitamos más alumbramientos que los que vemos en Navidad. Más bien, necesitamos trasladar un alumbrado nuevo para cada mes del año y para cada segundo de nuestras vidas.
Vamos a orar.
Alúmbrame, Señor, ilumíname, dame dirección. Pues sin ella no puedo llegar al lugar que tienes planeado para mí en la eternidad. Te necesito, Señor, dueño de mi vida. Llena mis tinieblas de tu luz y alúmbrame completamente, para que quede más encendido que un arbolito de Navidad, para el resto de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 8 de diciembre. Alumbrados.
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Juan 8:12 NTV
Jesús habló una vez más al pueblo y dijo: «Yo soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida».
Cuando este verso inicia diciendo Jesús habló una vez más al pueblo y dijo, es como si dijera: Jesús alumbró una vez más al pueblo y dijo. Esto es porque cada vez que escuchamos la bendita palabra de Dios, ocurre un alumbramiento, una nueva idea, una nueva manera de comprender la insensata carrera en la que muchos podemos andar. Y como lo dice el verso, podemos encontrar mayor claridad en todo lo que estamos experimentando y viviendo hoy.
Continúa el verso diciendo: «Yo soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida». Y este es el centro de este alumbramiento: si seguimos a Jesús, no tendremos que andar en oscuridad, porque tendremos la luz que nos lleva a la vida.
La verdad es que cuando no tenemos luz, no podemos ver nada claro. Por eso nos tropezamos y tenemos que andar a tientas, tocando una pared para poder salir a un lugar que tenga algo de luz para mirar claramente.
La verdad creo que necesitamos más alumbramientos que los que vemos en Navidad. Más bien, necesitamos trasladar un alumbrado nuevo para cada mes del año y para cada segundo de nuestras vidas.
Vamos a orar.
Alúmbrame, Señor, ilumíname, dame dirección. Pues sin ella no puedo llegar al lugar que tienes planeado para mí en la eternidad. Te necesito, Señor, dueño de mi vida. Llena mis tinieblas de tu luz y alúmbrame completamente, para que quede más encendido que un arbolito de Navidad, para el resto de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes