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Salmo 42:5 NVI
¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!
En muchas ocasiones y por muchos motivos, podemos perder la paz y la tranquilidad, y cuando eso sucede, viene la depresión y el desanimo, y cuando llegan, la verdad no sabemos como resultamos ahí y mucho menos como salir de ese lugar.
El verso nos habla de alguien que se pregunta «¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar?» y si lo pensamos bien, a veces resultamos angustiados e inquietos sin necesidad, solo por dar cabida a pensamientos e ideas que ni siquiera pueden ser realidad, sino puros inventos de uno, así como también podemos darle cabida a la preocupación y la tristeza por situaciones que aun no han pasado.
Que terrible todo esto, pero la mente humana es así, nos lleva a crear ideas y situaciones que solo caben en nuestra mente y que la verdad no son realidad, pero que llegamos a creérlas como si lo fueran.
Finalmente el verso en su primera parte nos advierte que la próxima ves que nos sintamos así, mas bien nos preguntemos «¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar?» y mas bien decir; «En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!», pues (Proverbios 12:25 NVI) La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra. y eso es lo que debemos procurar mas bien en todo momento y lugar, buscar alegrarnos por todo lo que abundantemente tenemos para alegrarnos y dejar de lado la necesidad de buscar razones donde posiblemente, solo falta Dios.
Vamos a orar.
Perdóname Señor, no se vivir sino estas tu, si no me enseñas y me muestras con tu palabra lo que en realidad pasa por dentro de mi, buscando razones para mirar lo malo o lo que me falta, en ves de evidenciar en todo lo que has hecho por mi y todo lo que me has dado, tu gracia y favor, te necesito Señor, tuyo soy, lléname de ti y de tu amor, y llévate toda depresión y desánimo, en el nombre de Jesús, amen.
Tu Tiempo con el Número Uno. 4a Temporada. 9 Agosto. Depresión y desánimo.
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Salmo 42:5 NVI
¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!
En muchas ocasiones y por muchos motivos, podemos perder la paz y la tranquilidad, y cuando eso sucede, viene la depresión y el desanimo, y cuando llegan, la verdad no sabemos como resultamos ahí y mucho menos como salir de ese lugar.
El verso nos habla de alguien que se pregunta «¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar?» y si lo pensamos bien, a veces resultamos angustiados e inquietos sin necesidad, solo por dar cabida a pensamientos e ideas que ni siquiera pueden ser realidad, sino puros inventos de uno, así como también podemos darle cabida a la preocupación y la tristeza por situaciones que aun no han pasado.
Que terrible todo esto, pero la mente humana es así, nos lleva a crear ideas y situaciones que solo caben en nuestra mente y que la verdad no son realidad, pero que llegamos a creérlas como si lo fueran.
Finalmente el verso en su primera parte nos advierte que la próxima ves que nos sintamos así, mas bien nos preguntemos «¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar?» y mas bien decir; «En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!», pues (Proverbios 12:25 NVI) La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra. y eso es lo que debemos procurar mas bien en todo momento y lugar, buscar alegrarnos por todo lo que abundantemente tenemos para alegrarnos y dejar de lado la necesidad de buscar razones donde posiblemente, solo falta Dios.
Vamos a orar.
Perdóname Señor, no se vivir sino estas tu, si no me enseñas y me muestras con tu palabra lo que en realidad pasa por dentro de mi, buscando razones para mirar lo malo o lo que me falta, en ves de evidenciar en todo lo que has hecho por mi y todo lo que me has dado, tu gracia y favor, te necesito Señor, tuyo soy, lléname de ti y de tu amor, y llévate toda depresión y desánimo, en el nombre de Jesús, amen.
MIguel Montes