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Juan 1:9 NTV Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo.
Hoy celebramos una vez más la Navidad y, seguramente, para muchos ya es una celebración como todas las demás, llena de consumismo, afanes, apariencias y muchas cosas más. Lo cierto es que yo creo que es una de las fechas más importantes del año, pues al menos es la excusa para reconocer que tenemos un Creador, un Salvador y un Consolador que vino al mundo y se hizo hombre, para que tuviéramos vida, perdón y gracia sobreabundante que nos llena de libertad.
Aquel que es la luz verdadera, dice el verso, nos muestra que en medio de todas nuestras tinieblas, necesitamos la luz verdadera que nos permita cambiar y encontrar la satisfacción y un propósito para vivir sin apariencias, sin ostentaciones y sin egocentrismos que, al final, no son solo innecesarios sino completamente vacíos.
Por eso sigue diciendo el verso: «Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo». Y esa es la Navidad: permitir que el que está lleno de luz entre en nuestras vidas, ya que, como lo dice el verso, viene para todos, sin favoritismos y sin miramientos. Dice «para todos», sin importar la raza, el color, la denominación confesional, las modas, los gustos, nada. Viene para hacerse vivo y presente en todos.
Hoy deja que esa luz verdadera sea la que te llene por completo y para siempre, pues es la única luz que verdaderamente te puede alumbrar.
Vamos a orar:
Amado Dios, tantas Navidades y yo sin hacerte un lugar en mi corazón. Lléname, Señor, de luz en medio de mi oscuridad, en medio de mi tristeza, o mi queja, o mi desapego y mi frustración. Yo te lo ruego, Señor, lléname de tu luz, para ser luz y para vivir la vida que planeaste para mí desde la eternidad.
Te entrego mi vida, te entrego mi ser y te pido perdón por todos mis pecados, para que tu luz resplandezca completamente en mí.
En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 24 de diciembre. La luz verdadera.
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Juan 1:9 NTV Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo.
Hoy celebramos una vez más la Navidad y, seguramente, para muchos ya es una celebración como todas las demás, llena de consumismo, afanes, apariencias y muchas cosas más. Lo cierto es que yo creo que es una de las fechas más importantes del año, pues al menos es la excusa para reconocer que tenemos un Creador, un Salvador y un Consolador que vino al mundo y se hizo hombre, para que tuviéramos vida, perdón y gracia sobreabundante que nos llena de libertad.
Aquel que es la luz verdadera, dice el verso, nos muestra que en medio de todas nuestras tinieblas, necesitamos la luz verdadera que nos permita cambiar y encontrar la satisfacción y un propósito para vivir sin apariencias, sin ostentaciones y sin egocentrismos que, al final, no son solo innecesarios sino completamente vacíos.
Por eso sigue diciendo el verso: «Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo». Y esa es la Navidad: permitir que el que está lleno de luz entre en nuestras vidas, ya que, como lo dice el verso, viene para todos, sin favoritismos y sin miramientos. Dice «para todos», sin importar la raza, el color, la denominación confesional, las modas, los gustos, nada. Viene para hacerse vivo y presente en todos.
Hoy deja que esa luz verdadera sea la que te llene por completo y para siempre, pues es la única luz que verdaderamente te puede alumbrar.
Vamos a orar:
Amado Dios, tantas Navidades y yo sin hacerte un lugar en mi corazón. Lléname, Señor, de luz en medio de mi oscuridad, en medio de mi tristeza, o mi queja, o mi desapego y mi frustración. Yo te lo ruego, Señor, lléname de tu luz, para ser luz y para vivir la vida que planeaste para mí desde la eternidad.
Te entrego mi vida, te entrego mi ser y te pido perdón por todos mis pecados, para que tu luz resplandezca completamente en mí.
En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes