Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 1 de diciembre. Me arrepiento o lo oculto. 

1 Juan 1:8-9 NTV. Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad; [9] pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

En este capítulo, Juan confronta aquí la segunda herejía de los falsos maestros: que las personas no tenían la tendencia natural a pecar y que no tenían pecado, de modo que eran incapaces de pecar. Tal cosa es una mentira. Los falsos maestros rehusaban tomar en serio el pecado. Querían ser considerados cristianos, pero no veían la necesidad de confesar sus pecados ni de arrepentirse. No les importaba mucho la muerte de Cristo porque pensaban que no la necesitaban. En vez de arrepentirse y ser purificados por la sangre de Cristo, fomentaban el pecado entre los creyentes.

En esta vida siempre podemos pecar; por lo tanto, nunca debemos bajar la guardia. Por otro lado, como lo dice la palabra, el propósito de confesar nuestros pecados es darnos la libertad para disfrutar de la comunión con Cristo, aliviar nuestra conciencia y calmar nuestras inquietudes.

Sin embargo, hay cristianos que no entienden cómo funciona. Unos se sienten tan culpables por lo que han hecho que confiesan los mismos pecados una y otra vez, y luego se preocupan porque podrían haberse olvidado de confesar algo. Otros creen que Dios los perdona cuando confiesan sus pecados, pero piensan que estarían perdidos para siempre si mueren con pecados que no han confesado.

Estos cristianos no entienden que Dios quiere perdonarnos. Él permitió que su Hijo amado muriera para ofrecernos el perdón, y cuando venimos a Cristo, él perdona los pecados que hemos cometido y los que llegaremos a cometer.

No es necesario confesar nuestros pecados pasados vez tras vez, ni necesitamos tener miedo de que Dios nos rechace si no mantenemos nuestra vida perfectamente libre de pecado. Ciertamente debemos seguir confesando nuestros pecados, pero no porque pensamos que si no lo hacemos perderemos la salvación —nuestra relación con Cristo es segura—, sino para que tengamos la mejor comunión posible y la máxima alegría con él.

La confesión sincera de nuestros pecados también incluye nuestro compromiso de no seguir pecando. Si confesamos algún pecado para adquirir un perdón temporal y pensamos volver a cometerlo, no nos hemos arrepentido verdaderamente y nuestra confesión no es sincera.

Por eso, también debemos orar a Dios y pedirle que nos dé fuerzas para vencer la tentación cuando la enfrentemos.

Vamos a orar. 

Ayúdame, Señor, pues no quiero ocultar mi pecado y solo tú puedes sacar a la luz lo que en mí habita como oscuridad y maldad. Perdóname, Señor, renueva mi mente, mi corazón y mi voluntad. Hoy vengo a ti arrepentido, en el nombre de Jesús, amén.

Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 30 de noviembre. Verdad o Mentira. 
Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 2 de diciembre. Obediencia o rebelión. 

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *