Isaías 55:8 NTV. «Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos -dice el SEÑOR-. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse.

A veces pensamos equivocadamente que podemos pensar mejor que los demás, y que nuestras ideas son las que determinan la dirección de lo que se hace, y en ese engaño podemos permanecer años y años, hasta que solo Dios viene y pone sensatez donde no la hay y prudencia, donde realmente se necesita.

Por eso el verso dice (Isaías 55:8 NTV) «Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos -dice el SEÑOR- y la verdad es que en nuestra osadía a veces podemos llegar a pensar que nuestros pensamientos son como los de un dios o una diosa, lo cual no nos permite reconocer nuestra equivocación y más bien sí, nos lleva a muchas situaciones de enredo y dificultad.

Finalmente el verso nos dice «mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse.» Lo cual nos lleva a pensar que definitivamente no podemos hacer la vida a nuestra manera, ni mucho menos pensar que los caminos que estamos andando son los correctos y perfectos, si en realidad no le hemos consultado a Dios nuestra decisión de transitar por ahí.

Vamos a orar.

Perdóname Señor por mi orgullo y mi altivez que no me dejan ver mi equivocación, ni mucho menos reconocer mi terquedad y arrogancia. Perdóname por estar andando lejos de ti y en los caminos que yo mismo he determinado seguir. Hoy te pido perdón y me entrego a ti, pues te necesito y necesito ordenar mi vida y todo a mi alrededor. Tuyo soy y me entrego a ti, pues sé que sin ti, nada puedo hacer. En el nombre de Jesús, amén.

Salmo 139:1-5 NVI. SEÑOR, tú me examinas y me conoces. [2] Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. [3] Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. [4] No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, SEÑOR, ya la sabes toda. [5] Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano.

Qué dicha que cada uno de nosotros pudiera decirle a Dios, Señor, «yo soy un libro abierto para ti,» (Salmo 139:1 MSG) y eso significaría, decirle que no tenemos nada que ocultarle, que ahora en nuestras vidas, no hay secretos, ni cosas que tengamos que hacer a las escondidas, porque por convicción, en el amor que tenemos por su nombre, ya no queremos hacer lo malo, ni mucho menos alejarnos de su presencia.

Sin embargo, en las páginas que cada uno de nosotros escribe, seguramente habrán renglones torcidos, momentos en que lo que escribimos, ni siquiera se entiende; y de tanto enredo, parece que desperdiciamos un día de buena letra y de una buena historia, en argumentos que nos da pena que Dios lea, pues claramente, nos avergüenza lo que a veces podemos escribir en el libro de la vida.

Aun así, Dios lo sabe todo y sabe que vamos a fallar y que nos vamos a equivocar y que vamos a pasar por aflicciones; pero como él todo lo sabe, así mismo nos dará una salida, a fin de que podamos resistir a los días malos. (1 Corintios 10:13)

Dios hoy dispone una nueva hoja para que la puedas escribir, con la inspiración que viene de su amor, de su presencia y de su protección que lo envuelve todo por completo, solamente para que puedas decir con alegría: Señor, hoy y todos los días de mi vida, quiero ser un libro abierto para ti.

Vamos a orar.

Gracias Dios. Todo lo sabes de mí y nada te puedo ocultar, solo quiero ser un libro abierto para ti todos los días de mi vida. Enséñame a escribir la historia que tú ya planeaste para mí, a conocerte y a hacer tu bendita voluntad. Dame la inspiración que viene de ti para hacer lo bueno, pensar lo bueno y sentir lo bueno. Gracias por tu protección que me envuelve por completo. Tuyo soy y en tu voluntad vivo. En el nombre de Jesús, amén.

Santiago 1:21 NVI. Por esto, despójense de toda inmoralidad y de la maldad que tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles.

A veces nos preguntamos por qué nos va tan mal en tantas cosas y por qué tenemos enredada la vida de tal manera que no encontramos razones que se dejen ver con facilidad. Y la verdad es que no las podemos ver porque esas razones crecen como maleza, camuflada de diversión inocente y de pasatiempos ingenuos que a la larga definitivamente no lo son, pues son más dañinos y mordaces de lo que nos podemos imaginar.

Todas esos argumentos que nos inventamos para justificar lo que hacemos, es lo que el verso nos advierte como inmoralidad, ambición, concupiscencia y maldad. Por eso el verso nos dice despójense de todo ello, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarlos.

Y la versión MSG nos dice sobre este verso (Santiago 1:21 MSG) «En sencilla humildad, dejen que nuestro jardinero, Dios – con la palabra – convierta nuestra vida en un jardín de salvación.» Y ese jardín solo será una realidad, si nos disponemos a sacar la mala hierba de los argumentos y excusas que diariamente ponemos sobre la mesa, para escapar de todo aquello que nos hace daño y nos mata.

Vamos a orar.

Amado Dios, yo te pido que cortes de mi vida toda mala hierba, enmascarada de argumentos, resentimiento, lujuria, inmoralidad, chisme, queja, murmuración, insatisfacción, envidia, comparación, ambición y cuantas cosas más que conoces habitan en mí. Quiero en humildad, dejar que seas por fin mi jardinero y que con tu palabra, hagas de mi vida un jardín de Salvación. En el nombre de Jesús, amén.

Santiago 1:5 NTV. Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla.

La mayoría del tiempo no sabemos cómo hacer muchas cosas y pasaríamos por orgullosos, si decimos que no la sabemos todas y que tenemos las respuestas para todo, pues la verdad es que necesitamos más dirección que cualquier otra persona en eso que justo, no hemos podido resolver.

Así es la vida, unos tienen resueltas muchas cosas y con todo eso, seguramente habrán situaciones en las que tampoco saben qué hacer. Por eso este verso, en la versión MSG nos dice textualmente (Santiago 1:5 MSG) «Si no saben cómo hacer las cosas, oren al Padre. A él le encanta ayudar.» Y qué dicha reconocer que tenemos un Dios que le encanta que le pidamos, porque le encanta ayudar.

Esa es la verdadera esencia de nuestro Dios, ser ayudador, reparador, restaurador, consejero, consolador, y todo lo que necesitamos en los momentos difíciles. Por eso, si no sabes cómo hacer las cosas, solamente ora al Padre que está en los cielos, pues a él le encanta ayudar.

Vamos a orar.

Gracias Dios por ser mi consejero, mi luz, mi guía y mi dirección. Gracias por tus maneras de ayudar y componer cuando más lo necesito. Hoy necesito volver a ti, enamorarme de ti y hacer mi vida completamente en tu voluntad. Me entrego a ti una vez más, pues una vez más necesito como el pan de cada día, tu presencia y tu extravagante amor. En el nombre de Jesús, amén.

Isaiah 66:2 NVI. Fue mi mano la que hizo todas estas cosas; fue así como llegaron a existir», afirma el SEÑOR. «Yo estimo a los pobres y contritos de espíritu, a los que tiemblan ante mi palabra.

Como nos cuesta en medio de nuestro orgullo y altivez, reconocer que fue la mano de Dios la que hizo los cielos y la tierra y todo lo que hay en ella. Y no sé cómo nos atrevemos a cuestionar su existencia, diciendo cosas como “¿Y si Dios creó el universo quién creó a Dios?” y con ello no hacemos más que dar cabida a la necedad que hay en nuestro interior y que nos aleja cada vez más de conocerle y hacer su voluntad.

En la versión de la Biblia _El Mensaje_ el verso es aún mucho más profundo y directo, pues dice: “¡Yo hice todo esto! ¡Todo me pertenece! —afirma Dios—. Sin embargo, hay algo que estoy buscando; a alguien sencillo y humilde, reverente y receptivo a mis palabras.” Y leemos claramente el mensaje: “Hay algo que estoy buscando…”

¿Te animas?, te animas a la sencillez?, te animas a la humildad?, te animas a mantener una actitud reverente y receptiva a mis palabras? Te animas?

“Hay algo que estoy buscando; a alguien sencillo y humilde, reverente y receptivo a mis palabras.”

Vamos a orar.

Amado Dios, yo te pido perdón por no reconocer tu grandeza y tu creación y te pido perdón por mi altivez y mi orgullo que se levantan altaneros para increpar tu creación y todo lo que existe. Perdóname Señor.

Hoy quiero que tú me encuentres como ese alguien que quiere experimentar la sencillez y la humildad que provienen de ti y con ello llegar a tener una actitud reverente y receptiva a tus palabras. Yo te lo pido, Señor, envíame a mí, llámame, escógeme y dame esta oportunidad de ser ese alguien que buscas. En el nombre de Jesús, amén.

Jonás 2:7 NVI. »Al sentir que se me iba la vida, me acordé del SEÑOR, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo.

De muchas maneras podemos sentir que se nos va la vida, ya sea por una relación rota, o por un divorcio, o la muerte de un hijo, o porque llegó una quiebra o nos entregaron un resultado de una prueba que no esperábamos.

En todos esos momentos, podemos sentir como Jonás, en medio de la patente oscuridad que lo rodeó dentro del gran pez que se lo tragó, que se nos va la vida, y literalmente es lo que nos pasa cuando la oscuridad nos rodea.

En este caso Jonás, al sentir que se le iba la vida, se acordó del Señor y su oración llegó hasta su presencia y su santo templo, y creo yo que en medio de la patente oscuridad que podamos ver, el verdadero camino de regreso a casa, a la paz que sobre pasa todo entendimiento, se llama Jesús, rendición y un compromiso verdadero de hacer su voluntad y no la nuestra, sin negociaciones, sin temperaturas a medias, sino con hechos y de verdad.

Vamos a orar.

Gracias Señor por mi aflicción, pues si es un motivo para acercarme a ti y conocer que quieres que yo haga y tu perfecta voluntad para mi vida, bienvenida sea la dificultad, la tribulación y la penumbra. Hoy reconozco que tú eres mi luz y mi salvación y que teniéndote a ti lo tengo todo. Tuyo soy Señor y descanso confiado y agradecido en ti, en el nombre de Jesús. Amén.

Lucas 10:2 NVI. «La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo—. Por tanto, pidan al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.

¡Hay tanta necesidad! y ¡tan poca disposición! y cuando esa disposición es tan escasa, ello da cuenta de la falta de madurez espiritual que limita y mutila toda iniciativa sensata que lleve a los creyentes a cumplir la gran comisión.

Esta Comisión, es un mandato que Jesús mismo nos dejó y que en realidad no estamos llevando a cabo.

Desafortunadamente como lo dice el verso, «La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros» y literalmente nos dice: Así que arrodíllense; y pídanle al Dios de la cosecha que envíe obreros para recogerla.

Vamos a orar.

Perdóname Señor pues como lo dice el verso, me ha faltado servir y llevar a cabo la gran comisión que tú mismo me has mandado a hacer. Hoy te pido que me envíes a mí, y que me prepares para hacerlo y para hacer realidad juntos tu palabra que dice: (Jeremías 31:34 NTV) Y no habrá necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus parientes diciendo: «Deberías conocer al SEÑOR». Pues todos ya me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande -dice el SEÑOR-. Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados». En el nombre de Jesús, amén.

Lucas 10:20 NVI. Sin embargo, no se alegren de que puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo.

Yo creo que el gran triunfo en este caso, no está en la autoridad de nosotros sobre el mal, sino en la autoridad de Dios sobre nosotros y su presencia en cada uno de sus hijos, pues el tema fundamental radica en que podamos entender que no se trata de lo que hagamos para Dios, sino en lo que Dios todo el tiempo hace por nosotros.

Y aquí nos damos cuenta que Jesús se alegró en el Espíritu Santo y dijo: «Padre, te agradezco, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los que se creen inteligentes, y se las has mostrado a los que son como niños. Sí, Padre, te agradó hacerlo de esa manera.

Si tenemos una relación correcta con el creador, mantendremos una estatura mesurada de quienes somos y de la autoridad del padre sobre nosotros. Como dice la canción…Que se haga en mí tu voluntad como en el cielo.»

Vamos a orar.

Amado Dios, tuyo soy y te ruego que me enseñes cada vez más a usar lo que me has dado para tomar autoridad y poder en tu nombre. Hoy reconozco una vez más que no se trata de lo que haga para ti, sino de lo que tú haces por nosotros. Hoy te ruego que hagas en mí tu voluntad como en el cielo. En el nombre de Jesús, amén.

Lucas 10:19 NVI. Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño.

De muchas maneras nos podemos dar cuenta, que hay versos de la palabra de Dios, que representan realidades espirituales de cada uno de nosotros dentro de la vida cristiana que vivimos.

Una de esas realidades es que podemos con la autoridad que Dios nos ha dado, pisotear serpientes, y escorpiones y vencer al enemigo por medio de las armas espirituales que Dios mismo nos ha dado, tales como el ayuno, la oración, y la lectura permanente de la palabra, y en el nombre de Jesús, ejercer la autoridad que tenemos en Cristo para vivir en libertad.

Finalmente el verso dice que nada nos podrá hacer daño y eso significa como lo dice la versión el mensaje de la biblia, que «nadie nos podrá poner una mano encima»; pues si ponemos nuestra confianza en el Señor, él recompensará nuestra fe con la protección que lo envuelve todo por completo.

Vamos a orar.

Te amo Señor y te doy gracias, como siempre, estamos tú y yo, en este lugar y con eso ya es más que suficiente,  pues tu eres realmente todo lo que necesito quiero y me hace sentir seguro y confiado. Gracias Dios por tu protección que me envuelve por completo y por ayudarme a entender que debo ejercer la autoridad que tú mismo me has dado para pelear las batallas espirituales contra mis enemigos, en el nombre de Jesús, amén.

Judas 22-23 MSG:…Esta es la vida eterna, la verdadera vida. Tengan paciencia con los que dudan de la fe. Salven a los que toman el camino equivocado. Compadézcanse de los pecadores, pero no del pecado. El fétido olor del pecado llega hasta el cielo.

Tres cosas encontramos que resaltan en este verso, las cuales definen la vida eterna y lo que es la verdadera vida. Primero dice el verso «Tengan paciencia con los que dudan de la fe» y esa paciencia no significa condescender con sus caprichos, ni mucho menos con su actitud retadora y blasfema de Cristo, sino más bien una necesidad de seguir acompañando en medio de la tensión que la convivencia la mayoría del tiempo presenta.

En segundo lugar dice el verso «Salven a los que toman el camino equivocado.» Y eso significa no desmayar en la intención de presentar siempre el evangelio, como el mayor estandarte de vida que puede existir para la salvación, pues estamos llamados a vivir vidas completamente bíblicas, pues la salvación viene por confesar el nombre de Cristo y de vivir una vida conforme a su bendita voluntad.

Finalmente el verso nos dice «Compadézcanse de los pecadores, pero no del pecado. El fétido olor del pecado llega hasta el cielo.» Y es impresionante, abrumador y en la mayoría de los casos un motivo de vergüenza, darnos cuenta que, como lo dice el verso, «el fétido olor del pecado llega hasta el cielo»; Aun así, el verso nos dice Compadézcanse de los pecadores, pero no del pecado. Y eso significa que debemos permanecer a su lado sin dejar de llamar la atención sobre todo aquello que no pertenece al conjunto de Dios y nos aleja de hacer su perfecta y buena voluntad para nuestras vidas.

Vamos a orar.

Perdónanos Señor por alejarnos de ti, por nuestra manera terca e imponente de llenarnos de argumentos y tomar el camino equivocado, perdón por tanto pecado, por tanto control, queja, insatisfacción y ruina espiritual. Reconocemos Señor que la ruina espiritual viene de no conocerte a ti y de no pasar tiempo contigo para conocer tu voluntad para nuestras vidas. Lléneme de ti Señor y enséñame a vivir la verdadera vida a tu lado. En el nombre de Jesús, amén.

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