Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Suscríbete: Apple Podcasts | Spotify | Correo electrónico | YouTube Music |
Juan 17:3 NTV: Y la manera de tener vida eterna es conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste a la tierra.
A la pregunta sobre cómo se puede asegurar la vida eterna, el verso responde: «(Juan 17:3 NTV) Y la manera de tener vida eterna es conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste a la tierra». Y con esto podemos entender y de una vez dejar en claro que la vida eterna no comienza al morir, sino al conocer verdaderamente a Dios ahora.
Vemos con frecuencia multitudinarios cultos dominicales de personas que adoran a un dios inventado por sus emociones y más parecido a Papá Noel que a Dios mismo; y esto porque en cada oportunidad lo único que estas personas solicitan y reclaman son favores, milagros, resultados y estadísticas confiables de que su fe sí está produciendo los frutos que se esperaban. Con todo esto entendemos que no hay temor de Dios porque no hay conocimiento de quién es Él.
Y necesitamos conocer a ese Dios verdadero y a Jesucristo, a quien envió a la tierra para redimirnos. Por eso nuestra tarea para asegurar la vida eterna debe ir más allá de la simple confesión de una oración de arrepentimiento que, así no más, producto de la emocionalidad y carente de toda convicción, no nos acerca a la persona de Jesús, ni mucho menos a una actitud reverente y consciente de adoración verdadera, reverencia y profundo conocimiento del carácter santo de Dios.
Solo cuando nos demos a la tarea de reconocer su justicia, su amor y su soberanía, podremos experimentar un auténtico cielo en la tierra y los atisbos más claros de la vida eterna que nos espera.
Vamos a orar.
Quiero conocerte Señor, enséñame. Aparta de mí toda pereza, terquedad, argumentos y motivos que me quieren desorientar de conocerte a ti y tu voluntad para mi vida. Quiero estos atisbos de la vida eterna ahora mismo en mi vida, y reposar en ti, agarrarme fuerte de tu mano y no soltarme jamás. No me sueltes Señor. (Salmos 119:8 NTV) Obedeceré tus decretos; ¡por favor, no te des por vencido conmigo!
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 3 de noviembre. ¿Cómo se puede asegurar la vida eterna?
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Suscríbete: Apple Podcasts | Spotify | Correo electrónico | YouTube Music | RSS
Juan 17:3 NTV: Y la manera de tener vida eterna es conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste a la tierra.
A la pregunta sobre cómo se puede asegurar la vida eterna, el verso responde: «(Juan 17:3 NTV) Y la manera de tener vida eterna es conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste a la tierra». Y con esto podemos entender y de una vez dejar en claro que la vida eterna no comienza al morir, sino al conocer verdaderamente a Dios ahora.
Vemos con frecuencia multitudinarios cultos dominicales de personas que adoran a un dios inventado por sus emociones y más parecido a Papá Noel que a Dios mismo; y esto porque en cada oportunidad lo único que estas personas solicitan y reclaman son favores, milagros, resultados y estadísticas confiables de que su fe sí está produciendo los frutos que se esperaban. Con todo esto entendemos que no hay temor de Dios porque no hay conocimiento de quién es Él.
Y necesitamos conocer a ese Dios verdadero y a Jesucristo, a quien envió a la tierra para redimirnos. Por eso nuestra tarea para asegurar la vida eterna debe ir más allá de la simple confesión de una oración de arrepentimiento que, así no más, producto de la emocionalidad y carente de toda convicción, no nos acerca a la persona de Jesús, ni mucho menos a una actitud reverente y consciente de adoración verdadera, reverencia y profundo conocimiento del carácter santo de Dios.
Solo cuando nos demos a la tarea de reconocer su justicia, su amor y su soberanía, podremos experimentar un auténtico cielo en la tierra y los atisbos más claros de la vida eterna que nos espera.
Vamos a orar.
Quiero conocerte Señor, enséñame. Aparta de mí toda pereza, terquedad, argumentos y motivos que me quieren desorientar de conocerte a ti y tu voluntad para mi vida. Quiero estos atisbos de la vida eterna ahora mismo en mi vida, y reposar en ti, agarrarme fuerte de tu mano y no soltarme jamás. No me sueltes Señor. (Salmos 119:8 NTV) Obedeceré tus decretos; ¡por favor, no te des por vencido conmigo!
MIguel Montes