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Proverbios 2:2-5 NVI: «Si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; [3] si la llamas y pides entendimiento; [4] si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, [5] entonces comprenderás el temor del SEÑOR y hallarás el conocimiento de Dios.»
En muchas ocasiones nos pasa que como que buscamos al Señor, pero al fin no lo hacemos, o como que sentimos necesidad de entender nuestra parte espiritual, pero al final terminamos enredados con cualquier meditación extraña que salga por la red, o en el caso extremo, perdidos en divagaciones de personas que dicen saber mucho de las cosas del espíritu, pero no conocen nada de Dios y más bien se copian de algunas de sus palabras como si fueran de su propiedad.
La verdad, yo creo que necesitamos buscar a Dios de todo corazón, y eso significa con compromiso, leyendo su palabra y tratando de entender lo que no entendemos aún y de conocer lo que para nosotros es un enigma, para que de esa manera y responsablemente podamos decir con conocimiento de causa: «Yo conozco a mi Dios».
Por eso el verso de hoy nos dice (Proverbios 2:2-5 NVI): «Si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; [3] si la llamas y pides entendimiento; [4] si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, [5] entonces comprenderás el temor del SEÑOR y hallarás el conocimiento de Dios».
Aquí está la clave para tener el mejor comienzo en nuestro viaje de entendimiento y enamoramiento profundo de nuestro maravilloso Dios, creador del cielo y de la tierra y de todo lo que existe e incluso de lo que puede ser imperceptible a nuestros ojos.
Vamos a orar.
Quiero conocerte Señor y dejar de una vez por todas las excusas que me detienen en mi camino de conocer al Dios vivo. Hoy reconozco que sin ti no tengo nada y nada soy, pues todo proviene de ti. Enséñame Señor, quita de mí todo argumento altivo que me aparte de ti y permíteme en humildad reconocer tu nombre, tu gracia y tu incomparable amor. Me entrego a ti como tu hijo y te declaro como mi Señor y mi Salvador. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 14 de septiembre. Necesitas buscarlo de Corazón.
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Proverbios 2:2-5 NVI: «Si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; [3] si la llamas y pides entendimiento; [4] si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, [5] entonces comprenderás el temor del SEÑOR y hallarás el conocimiento de Dios.»
En muchas ocasiones nos pasa que como que buscamos al Señor, pero al fin no lo hacemos, o como que sentimos necesidad de entender nuestra parte espiritual, pero al final terminamos enredados con cualquier meditación extraña que salga por la red, o en el caso extremo, perdidos en divagaciones de personas que dicen saber mucho de las cosas del espíritu, pero no conocen nada de Dios y más bien se copian de algunas de sus palabras como si fueran de su propiedad.
La verdad, yo creo que necesitamos buscar a Dios de todo corazón, y eso significa con compromiso, leyendo su palabra y tratando de entender lo que no entendemos aún y de conocer lo que para nosotros es un enigma, para que de esa manera y responsablemente podamos decir con conocimiento de causa: «Yo conozco a mi Dios».
Por eso el verso de hoy nos dice (Proverbios 2:2-5 NVI): «Si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; [3] si la llamas y pides entendimiento; [4] si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, [5] entonces comprenderás el temor del SEÑOR y hallarás el conocimiento de Dios».
Aquí está la clave para tener el mejor comienzo en nuestro viaje de entendimiento y enamoramiento profundo de nuestro maravilloso Dios, creador del cielo y de la tierra y de todo lo que existe e incluso de lo que puede ser imperceptible a nuestros ojos.
Vamos a orar.
Quiero conocerte Señor y dejar de una vez por todas las excusas que me detienen en mi camino de conocer al Dios vivo. Hoy reconozco que sin ti no tengo nada y nada soy, pues todo proviene de ti. Enséñame Señor, quita de mí todo argumento altivo que me aparte de ti y permíteme en humildad reconocer tu nombre, tu gracia y tu incomparable amor. Me entrego a ti como tu hijo y te declaro como mi Señor y mi Salvador. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes