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Juan 18:23 NTV: «Jesús contestó: -Si dije algo indebido, debes demostrarlo; pero si digo la verdad, ¿por qué me pegas?»
En la escena cruel de los fariseos inculpando a Jesús de Nazaret, nos podemos dar cuenta de que incluso Jesús, el Hijo de Dios, no se salvó de ser juzgado, a pesar de ser santo y de ser Dios mismo. Como lo vemos en el verso, Él mismo los confronta preguntándoles: «¿He dicho algo indebido?» y «Si solo digo la verdad, ¿por qué me pegas?»
Por eso mismo, en esta época en la que vivimos, debemos tener mucho cuidado de no acusar, de no juzgar ni poner en duda a alguien a menos que sepamos que lo que diremos es verdad y podamos probarlo. Pues de lo contrario, terminamos actuando al igual que los fariseos en la época de Jesús, y juzgando sin justa causa a quienes, si no se demuestra lo contrario, pasan por inocentes.
(Eclesiastés 12:14 NVI) «Pues Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto».
Termina el diario de Dios con una invitación en Mateo 7:1 NVI que dice: «No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes».
Vamos a orar.
Perdóname, Señor, por intuir o suponer y pensar que eso puede llegar a ser una verdad. No me permitas ir más allá de lo que mis ojos puedan ver ni mucho menos más allá de lo que puedo pensar. Muéstrame la verdad y ayúdame a discernir cada situación de mi vida, de tal manera que no sea injusto ni mucho menos parcial en la manera de abordar las situaciones cotidianas de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 15 de abril. A menos que sepas la verdad.
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Juan 18:23 NTV: «Jesús contestó: -Si dije algo indebido, debes demostrarlo; pero si digo la verdad, ¿por qué me pegas?»
En la escena cruel de los fariseos inculpando a Jesús de Nazaret, nos podemos dar cuenta de que incluso Jesús, el Hijo de Dios, no se salvó de ser juzgado, a pesar de ser santo y de ser Dios mismo. Como lo vemos en el verso, Él mismo los confronta preguntándoles: «¿He dicho algo indebido?» y «Si solo digo la verdad, ¿por qué me pegas?»
Por eso mismo, en esta época en la que vivimos, debemos tener mucho cuidado de no acusar, de no juzgar ni poner en duda a alguien a menos que sepamos que lo que diremos es verdad y podamos probarlo. Pues de lo contrario, terminamos actuando al igual que los fariseos en la época de Jesús, y juzgando sin justa causa a quienes, si no se demuestra lo contrario, pasan por inocentes.
(Eclesiastés 12:14 NVI) «Pues Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto».
Termina el diario de Dios con una invitación en Mateo 7:1 NVI que dice: «No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes».
Vamos a orar.
Perdóname, Señor, por intuir o suponer y pensar que eso puede llegar a ser una verdad. No me permitas ir más allá de lo que mis ojos puedan ver ni mucho menos más allá de lo que puedo pensar. Muéstrame la verdad y ayúdame a discernir cada situación de mi vida, de tal manera que no sea injusto ni mucho menos parcial en la manera de abordar las situaciones cotidianas de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes