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Romanos 2:1 NTV: «Tal vez crees que puedes condenar a tales individuos, pero tu maldad es igual que la de ellos, ¡y no tienes ninguna excusa! Cuando dices que son perversos y merecen ser castigados, te condenas a ti mismo porque tú, que juzgas a otros, también practicas las mismas cosas».
Yo creo que cuando condenamos a otros por sus pecados sin primero considerar cuidadosamente nuestros propios pecados, Dios ve nuestra hipocresía y la condena. Y eso lo vemos reflejado en la pregunta que nos hicimos ayer sobre ¿Qué piensa Dios de que juzguemos a los demás?
Por eso, el verso de hoy, más que claro, es contundente, al recordarnos que no debemos creer que estamos en capacidad de juzgar a los demás, pues cuando lo hacemos, lo que brota de nosotros es nuestra propia maldad, que incluso puede ser peor que la de quienes criticamos.
En este sentido, dice el verso que ¡no tenemos excusa! cuando decimos de los demás que son perversos y que merecen ser castigados, pues cuando lo hacemos, nos estamos condenando a nosotros mismos por juzgar a los demás y terminamos practicando las mismas cosas.
Por eso, juzgar es una de las armas espirituales más peligrosas que se vuelven en nuestra contra, cuando ingenuamente no soportamos a los demás o nos consideramos superiores a ellos.
Vamos a orar.
Amado Dios, yo te pido perdón por mi juicio y mi deliberada actitud de sanción, rechazo y soberbia que en la mayoría del tiempo dejo que me invada y me dañe. Hoy yo te pido que me rescates de mi engaño y que no me permitas juzgar a nadie, por lo que sea, pues en la medida en que lo hago, me daño a mí mismo.
Renuévame, Señor, y perdóname, te lo ruego, en el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 8 de abril. Juzgar, una manera de ser hipócrita.
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Romanos 2:1 NTV: «Tal vez crees que puedes condenar a tales individuos, pero tu maldad es igual que la de ellos, ¡y no tienes ninguna excusa! Cuando dices que son perversos y merecen ser castigados, te condenas a ti mismo porque tú, que juzgas a otros, también practicas las mismas cosas».
Yo creo que cuando condenamos a otros por sus pecados sin primero considerar cuidadosamente nuestros propios pecados, Dios ve nuestra hipocresía y la condena. Y eso lo vemos reflejado en la pregunta que nos hicimos ayer sobre ¿Qué piensa Dios de que juzguemos a los demás?
Por eso, el verso de hoy, más que claro, es contundente, al recordarnos que no debemos creer que estamos en capacidad de juzgar a los demás, pues cuando lo hacemos, lo que brota de nosotros es nuestra propia maldad, que incluso puede ser peor que la de quienes criticamos.
En este sentido, dice el verso que ¡no tenemos excusa! cuando decimos de los demás que son perversos y que merecen ser castigados, pues cuando lo hacemos, nos estamos condenando a nosotros mismos por juzgar a los demás y terminamos practicando las mismas cosas.
Por eso, juzgar es una de las armas espirituales más peligrosas que se vuelven en nuestra contra, cuando ingenuamente no soportamos a los demás o nos consideramos superiores a ellos.
Vamos a orar.
Amado Dios, yo te pido perdón por mi juicio y mi deliberada actitud de sanción, rechazo y soberbia que en la mayoría del tiempo dejo que me invada y me dañe. Hoy yo te pido que me rescates de mi engaño y que no me permitas juzgar a nadie, por lo que sea, pues en la medida en que lo hago, me daño a mí mismo.
Renuévame, Señor, y perdóname, te lo ruego, en el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes