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Mateo 16:26 NTV. ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?
En muchas ocasiones y de manera equivocada pensamos que nos estamos literalmente «comiendo el mundo» y que lo estamos alcanzando todo; logros, títulos, fama, amistades, reconocimientos, aprobación, y muchas cosas más. Y la verdad es que en la mayoría de los casos, detrás de todo ello, en vez de realización viene vacío y caos, división familiar, tristeza y la pérdida del mayor tesoro que podamos tener: la familia.
No sé qué valor le puedas poner a un hermano, o a tus hijos, o tus sobrinos o a tus papás, pero la realidad es que por poco que valgan, no vale la pena dejarlos y apartarse por cosas que al final no son más que pasajeras.
El tiempo pasa y las épocas pasan, pero lo que queda es el resultado de las buenas o las malas decisiones que tomamos, de los amigos que escogemos y las cosas que finalmente hacemos. Todo ello, tarde que temprano pasa factura y muy cara.
Por eso el verso de hoy es tan claro y preciso para llamar nuestra atención sobre el camino que vamos a escoger y como siempre Dios lo resuelve de la mejor manera y la más sencilla, con una pregunta (Mateo 16:26 NTV) ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?
La respuesta es, no tiene precio; y nunca lo tendrá y por eso Dios nos llama de nuevo a volver al camino de la sensatez, la obediencia, los principios y los valores, la familia, el ser de nuevo selectivos y definitivamente escoger el camino del bien y no del mal.
Vamos a orar.
Ayúdame Señor a volver a ti y a poner en orden lo que solo yo he podido desordenar con mis decisiones. Gracias por el regalo perfecto que me has dado a través de una familia imperfecta, pero que amo y no ha hecho más que darme lo mejor para llegar hasta aquí. Solo tú me puedes mostrar el camino y apartarme de todo lo que me hace daño y me quiere matar, robar y destruir. Tuyo soy Señor, enséñame a hacer tu voluntad y no la mía. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 26 de noviembre. Perderlo todo.
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Mateo 16:26 NTV. ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?
En muchas ocasiones y de manera equivocada pensamos que nos estamos literalmente «comiendo el mundo» y que lo estamos alcanzando todo; logros, títulos, fama, amistades, reconocimientos, aprobación, y muchas cosas más. Y la verdad es que en la mayoría de los casos, detrás de todo ello, en vez de realización viene vacío y caos, división familiar, tristeza y la pérdida del mayor tesoro que podamos tener: la familia.
No sé qué valor le puedas poner a un hermano, o a tus hijos, o tus sobrinos o a tus papás, pero la realidad es que por poco que valgan, no vale la pena dejarlos y apartarse por cosas que al final no son más que pasajeras.
El tiempo pasa y las épocas pasan, pero lo que queda es el resultado de las buenas o las malas decisiones que tomamos, de los amigos que escogemos y las cosas que finalmente hacemos. Todo ello, tarde que temprano pasa factura y muy cara.
Por eso el verso de hoy es tan claro y preciso para llamar nuestra atención sobre el camino que vamos a escoger y como siempre Dios lo resuelve de la mejor manera y la más sencilla, con una pregunta (Mateo 16:26 NTV) ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?
La respuesta es, no tiene precio; y nunca lo tendrá y por eso Dios nos llama de nuevo a volver al camino de la sensatez, la obediencia, los principios y los valores, la familia, el ser de nuevo selectivos y definitivamente escoger el camino del bien y no del mal.
Vamos a orar.
Ayúdame Señor a volver a ti y a poner en orden lo que solo yo he podido desordenar con mis decisiones. Gracias por el regalo perfecto que me has dado a través de una familia imperfecta, pero que amo y no ha hecho más que darme lo mejor para llegar hasta aquí. Solo tú me puedes mostrar el camino y apartarme de todo lo que me hace daño y me quiere matar, robar y destruir. Tuyo soy Señor, enséñame a hacer tu voluntad y no la mía. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes