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Juan 8:34 NVI: —Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —afirmó Jesús—
Yo creo que lo más común en todos nosotros es excusar nuestra conducta con argumentos y disculpas que, a la larga, definitivamente, por más excusas que sean, terminan siendo eso, solo excusas.
Muchas personas que son esclavas de la comodidad o del dinero se vuelven esclavas de ello y por eso se endeudan o buscan una moneda más, un interés más, una ganancia más, con lo cual no se dan cuenta de que son esclavos de eso que les produce placer y bienestar.
Así mismo nos puede pasar con las conductas sexuales que excusamos o con las conductas adictivas del alcohol y las drogas que también excusamos, y en ese sentido, con todo aquello que nos tiene presos y esclavos y que no queremos reconocer que nos hace daño. Y eso finalmente es el pecado: querer hacer mi voluntad y no la de Dios.
Por eso el verso dice (Juan 8:34 NVI): —Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —afirmó Jesús—.
Vamos a orar.
Perdón Señor por tratar de buscar excusas y de inventar motivos para justificar lo que hago, lo que pienso y lo que digo, pues todo eso me aparta de hacer tu voluntad. Hoy te pido perdón por mi pecado y decido renunciar completamente a todo aquello que no es tu voluntad. Y acabar de una vez por todas con todas mis excusas y argumentos. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 27 de septiembre. Lo que no sabes.
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Juan 8:34 NVI: —Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —afirmó Jesús—
Yo creo que lo más común en todos nosotros es excusar nuestra conducta con argumentos y disculpas que, a la larga, definitivamente, por más excusas que sean, terminan siendo eso, solo excusas.
Muchas personas que son esclavas de la comodidad o del dinero se vuelven esclavas de ello y por eso se endeudan o buscan una moneda más, un interés más, una ganancia más, con lo cual no se dan cuenta de que son esclavos de eso que les produce placer y bienestar.
Así mismo nos puede pasar con las conductas sexuales que excusamos o con las conductas adictivas del alcohol y las drogas que también excusamos, y en ese sentido, con todo aquello que nos tiene presos y esclavos y que no queremos reconocer que nos hace daño. Y eso finalmente es el pecado: querer hacer mi voluntad y no la de Dios.
Por eso el verso dice (Juan 8:34 NVI): —Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —afirmó Jesús—.
Vamos a orar.
Perdón Señor por tratar de buscar excusas y de inventar motivos para justificar lo que hago, lo que pienso y lo que digo, pues todo eso me aparta de hacer tu voluntad. Hoy te pido perdón por mi pecado y decido renunciar completamente a todo aquello que no es tu voluntad. Y acabar de una vez por todas con todas mis excusas y argumentos. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes