Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Suscríbete: Apple Podcasts | Spotify | Correo electrónico | YouTube Music |
Salmo 27:8 NVI: «El corazón me dice: «¡Busca su rostro!». Y yo, SEÑOR, tu rostro busco.»
¡Qué dicha que todos pudiéramos decir como David: «Salmo 27: 8 NVI El corazón me dice: «¡Busca su rostro!». Y yo, SEÑOR, tu rostro busco». Pues a decir verdad, encuentro muchas personas que dicen amar a Dios y buscar a Dios, pero nunca recitan un verso de la palabra, ni mucho menos tienen tiempos de oración profundos, sin mecánicas repetitivas sin sentido, sino con una convicción profunda de lo que hacen.
Una característica de alguien que ama a Dios es que constantemente siente la necesidad de buscar qué dice Dios al respecto de esta o aquella situación, pues para ellos, es necesario tener claro si lo que se hace, se dice, se piensa o se siente está en acuerdo con lo que Dios dice sobre nuestras vidas.
Por eso David, como enamorado de Dios, en su reflexión, escribe: «El corazón me dice: «¡Busca su rostro!». Y yo, SEÑOR, tu rostro busco». Y eso deberíamos hacer todos nosotros, todos los días de la vida, buscar el rostro del Señor, la perspectiva de Dios, el consejo de Dios y la aprobación de Dios, pues esa es la vida para nosotros, hacer su voluntad y no la nuestra. Así se sufre menos y se disfruta más.
Vamos a orar.
Señor, yo te doy gracias por tu paciencia y tu amor. Hoy reconozco que te nombro todo el tiempo y le digo a la gente «Dios lo bendiga», pero en realidad no conozco tu nombre. Te pido perdón Señor, pues quiero reconocer y conocer completamente tu nombre, tu carácter, tu manera de hablarme y el consejo amoroso y preciso que solo puede venir de ti. Hoy decido conocerte y comprometerme con ello, Señor, pues tuyo soy y quiero hacer tu voluntad y no la mía. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 15 de septiembre. Del dicho al hecho.
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Suscríbete: Apple Podcasts | Spotify | Correo electrónico | YouTube Music | RSS
Salmo 27:8 NVI: «El corazón me dice: «¡Busca su rostro!». Y yo, SEÑOR, tu rostro busco.»
¡Qué dicha que todos pudiéramos decir como David: «Salmo 27: 8 NVI El corazón me dice: «¡Busca su rostro!». Y yo, SEÑOR, tu rostro busco». Pues a decir verdad, encuentro muchas personas que dicen amar a Dios y buscar a Dios, pero nunca recitan un verso de la palabra, ni mucho menos tienen tiempos de oración profundos, sin mecánicas repetitivas sin sentido, sino con una convicción profunda de lo que hacen.
Una característica de alguien que ama a Dios es que constantemente siente la necesidad de buscar qué dice Dios al respecto de esta o aquella situación, pues para ellos, es necesario tener claro si lo que se hace, se dice, se piensa o se siente está en acuerdo con lo que Dios dice sobre nuestras vidas.
Por eso David, como enamorado de Dios, en su reflexión, escribe: «El corazón me dice: «¡Busca su rostro!». Y yo, SEÑOR, tu rostro busco». Y eso deberíamos hacer todos nosotros, todos los días de la vida, buscar el rostro del Señor, la perspectiva de Dios, el consejo de Dios y la aprobación de Dios, pues esa es la vida para nosotros, hacer su voluntad y no la nuestra. Así se sufre menos y se disfruta más.
Vamos a orar.
Señor, yo te doy gracias por tu paciencia y tu amor. Hoy reconozco que te nombro todo el tiempo y le digo a la gente «Dios lo bendiga», pero en realidad no conozco tu nombre. Te pido perdón Señor, pues quiero reconocer y conocer completamente tu nombre, tu carácter, tu manera de hablarme y el consejo amoroso y preciso que solo puede venir de ti. Hoy decido conocerte y comprometerme con ello, Señor, pues tuyo soy y quiero hacer tu voluntad y no la mía. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes