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Salmos 50:21 LBLA: Estas cosas has hecho, y yo he guardado silencio; pensaste que yo era tal como tú; pero te reprenderé, y delante de tus ojos expondré tus delitos.
Así como los beneficios de conocer a Dios son muchos, y los estudiamos claramente en los capítulos anteriores, las devastadoras consecuencias de no conocerlo son también impresionantes.
Una de esas consecuencias que vienen a nuestra vida por el hecho de no reconocer a Dios ni conocerlo es que podemos fácilmente terminar haciéndonos una réplica de Dios a nuestra propia idea e imagen, como le sucedió al pueblo de Israel, quien después de ver la fidelidad de Dios, buscaron falsos dioses que adorar y venerar.
Por eso debemos entender que aunque pasemos por ocasiones en las que parece que Dios guarda silencio, eso no significa que él apruebe el pecado ni que sea indiferente.
En realidad, (2 Pedro 3:9 LBLA) El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.
Dios no se complace en la muerte del perverso, pues más bien quiere que se aparte de su maldad, (Ezequiel 33:11 NVI) Diles: “Tan cierto como que yo vivo, afirma el SEÑOR y Dios, no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértete, pueblo de Israel; conviértete de tu conducta perversa! ¿Por qué habrás de morir?”.
Vamos a orar.
Perdóname Señor por querer hacer un dios a mi manera y desconocer por completo lo que dice tu palabra. Perdona mi osadía y mi ignorancia de ti y mis maneras equivocadas de acomodar mi vida de pecado con excusas y argumentos que no puedo ni debo poner por encima de tu palabra. Quiero obedecerte y reconocerte en todos mis caminos Señor, y de ninguna forma hacerme un dios a mi manera, sino más bien reconocer que tú eres Dios sobre toda la creación y por encima de todo argumento humano que se te quiera oponer. Te pido perdón Señor y decido dedicarme a conocer tu voluntad, en el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 6 de septiembre. Los peligros de no conocer a Dios.
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Salmos 50:21 LBLA: Estas cosas has hecho, y yo he guardado silencio; pensaste que yo era tal como tú; pero te reprenderé, y delante de tus ojos expondré tus delitos.
Así como los beneficios de conocer a Dios son muchos, y los estudiamos claramente en los capítulos anteriores, las devastadoras consecuencias de no conocerlo son también impresionantes.
Una de esas consecuencias que vienen a nuestra vida por el hecho de no reconocer a Dios ni conocerlo es que podemos fácilmente terminar haciéndonos una réplica de Dios a nuestra propia idea e imagen, como le sucedió al pueblo de Israel, quien después de ver la fidelidad de Dios, buscaron falsos dioses que adorar y venerar.
Por eso debemos entender que aunque pasemos por ocasiones en las que parece que Dios guarda silencio, eso no significa que él apruebe el pecado ni que sea indiferente.
En realidad, (2 Pedro 3:9 LBLA) El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.
Dios no se complace en la muerte del perverso, pues más bien quiere que se aparte de su maldad, (Ezequiel 33:11 NVI) Diles: “Tan cierto como que yo vivo, afirma el SEÑOR y Dios, no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértete, pueblo de Israel; conviértete de tu conducta perversa! ¿Por qué habrás de morir?”.
Vamos a orar.
Perdóname Señor por querer hacer un dios a mi manera y desconocer por completo lo que dice tu palabra. Perdona mi osadía y mi ignorancia de ti y mis maneras equivocadas de acomodar mi vida de pecado con excusas y argumentos que no puedo ni debo poner por encima de tu palabra. Quiero obedecerte y reconocerte en todos mis caminos Señor, y de ninguna forma hacerme un dios a mi manera, sino más bien reconocer que tú eres Dios sobre toda la creación y por encima de todo argumento humano que se te quiera oponer. Te pido perdón Señor y decido dedicarme a conocer tu voluntad, en el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes