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Mateo 3:1-2 NVI: En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea. [2] Decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».
Yo creo que no hay mejor manera y más efectiva para salir de los desiertos de la vida, que cambiando completamente de actitud, de conducta, de hábitos, de maneras de ser, de pensar, de sentir y de vivir la vida. Eso es verdaderamente arrepentimiento; venir rendidos ante el Señor y decirle: «Señor, ya no puedo más, me rindo, no quiero seguir pensando de la misma manera, ni sintiendo de la misma manera, ni hablando de la misma manera, pues hoy reconozco que eso es lo que me tiene así y no me permite seguir adelante en la vida».
De pronto tu desierto se llama desamor, o tu desierto tiene un nombre, o tu desierto es la soledad o las apariencias o el qué dirán, pero sea cual sea tu desierto, para salir de ahí, lo más efectivo se llama arrepentimiento. Y es que solo cuando reconocemos que estamos mal, podemos identificar qué es lo que se ha vuelto desierto y sequedad para cada uno de nosotros.
No es gratuito lo que está escrito en el verso de Mateo, pues si Juan comenzó a predicar en medio del desierto de Judea, hoy sus palabras retumban para nuestros propios desiertos. Finalmente, el mensaje central de Juan para todas las personas que estaban habitando en medio del desierto, como posiblemente lo estemos muchos de nosotros, decía: «Arrepiéntanse porque el reino de los cielos está cerca».
Vamos a orar.
Amado Dios, hoy sé que tu reino está cerca y que lo único que no quiero es que me encuentres sin ti y perdido en medio de mis propios desiertos. Solo tú los conoces y a ti no te puedo ocultar ninguna de mis realidades. Por eso hoy vengo arrepentido ante ti y te pido perdón por todos los desiertos en los que me he metido por estar apartado de ti. Cámbiame Señor, renuévame, abona la tierra reseca de mi corazón y haz de mí una persona nueva, pues solo tú me das vida y vida en abundancia y me puedes sacar de mi desierto. Yo te lo pido Señor, en el nombre de Jesús. Amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 3 de agosto. Para salir del desierto, me arrepiento.
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Mateo 3:1-2 NVI: En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea. [2] Decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».
Yo creo que no hay mejor manera y más efectiva para salir de los desiertos de la vida, que cambiando completamente de actitud, de conducta, de hábitos, de maneras de ser, de pensar, de sentir y de vivir la vida. Eso es verdaderamente arrepentimiento; venir rendidos ante el Señor y decirle: «Señor, ya no puedo más, me rindo, no quiero seguir pensando de la misma manera, ni sintiendo de la misma manera, ni hablando de la misma manera, pues hoy reconozco que eso es lo que me tiene así y no me permite seguir adelante en la vida».
De pronto tu desierto se llama desamor, o tu desierto tiene un nombre, o tu desierto es la soledad o las apariencias o el qué dirán, pero sea cual sea tu desierto, para salir de ahí, lo más efectivo se llama arrepentimiento. Y es que solo cuando reconocemos que estamos mal, podemos identificar qué es lo que se ha vuelto desierto y sequedad para cada uno de nosotros.
No es gratuito lo que está escrito en el verso de Mateo, pues si Juan comenzó a predicar en medio del desierto de Judea, hoy sus palabras retumban para nuestros propios desiertos. Finalmente, el mensaje central de Juan para todas las personas que estaban habitando en medio del desierto, como posiblemente lo estemos muchos de nosotros, decía: «Arrepiéntanse porque el reino de los cielos está cerca».
Vamos a orar.
Amado Dios, hoy sé que tu reino está cerca y que lo único que no quiero es que me encuentres sin ti y perdido en medio de mis propios desiertos. Solo tú los conoces y a ti no te puedo ocultar ninguna de mis realidades. Por eso hoy vengo arrepentido ante ti y te pido perdón por todos los desiertos en los que me he metido por estar apartado de ti. Cámbiame Señor, renuévame, abona la tierra reseca de mi corazón y haz de mí una persona nueva, pues solo tú me das vida y vida en abundancia y me puedes sacar de mi desierto. Yo te lo pido Señor, en el nombre de Jesús. Amén.
MIguel Montes