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Proverbios 19:3 NTV: La gente arruina su vida por su propia necedad, y después se enoja con el SEÑOR.
No asumir la responsabilidad de nuestras acciones es un grave error. Provoca más errores con consecuencias cada vez más graves con el paso del tiempo.
Como lo dice el verso, qué fácil nos arruinamos la vida por nuestra propia necedad. Necedad en lo que decimos, necedad en lo que hacemos si detrás de todo ello hay motivaciones equivocadas, necedad si me meto por el lugar donde no debí meterme, necedad si sabía que lo que estaba haciendo estaba mal y aún así lo hice, necedad si debí haber dicho que no, necedad por dejarme llevar de las apariencias y el orgullo y muchas otras maneras de la necedad.
Necedad y necedad que solo cada uno de nosotros puede cavilar perfectamente de sí mismo. Todo esto nos lleva como lo dice el verso a no asumir la responsabilidad de lo que hacemos y de lo que somos finalmente y que para completar, nos pasa como lo termina diciendo el verso, enojándonos con el Señor, como si nuestra necedad fuera su culpa.
Seguramente son muchos los errores que cometemos, pero uno de los más dañinos y enmascarados se llama no asumir la responsabilidad de mis acciones.
Vamos a orar.
Perdóname Señor por la manera como la necedad me ha llevado a experimentar cosas que no debí haber vivido y a vivir situaciones que no debí dejar entrar en mi vida.
Hoy regreso a ti y me hago responsable por mis acciones y mis decisiones y por cada necedad y te pido perdón. Solo tú sabes el dolor que todo esto me causa y la necesidad que tengo de volver a empezar de nuevo contigo.
Te amo Señor y te necesito más que al aire que respiro, pues sin ti no puedo hacer conciencia de mis errores y necedades. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 12 de julio. Asume tu responsabilidad.
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Proverbios 19:3 NTV: La gente arruina su vida por su propia necedad, y después se enoja con el SEÑOR.
No asumir la responsabilidad de nuestras acciones es un grave error. Provoca más errores con consecuencias cada vez más graves con el paso del tiempo.
Como lo dice el verso, qué fácil nos arruinamos la vida por nuestra propia necedad. Necedad en lo que decimos, necedad en lo que hacemos si detrás de todo ello hay motivaciones equivocadas, necedad si me meto por el lugar donde no debí meterme, necedad si sabía que lo que estaba haciendo estaba mal y aún así lo hice, necedad si debí haber dicho que no, necedad por dejarme llevar de las apariencias y el orgullo y muchas otras maneras de la necedad.
Necedad y necedad que solo cada uno de nosotros puede cavilar perfectamente de sí mismo. Todo esto nos lleva como lo dice el verso a no asumir la responsabilidad de lo que hacemos y de lo que somos finalmente y que para completar, nos pasa como lo termina diciendo el verso, enojándonos con el Señor, como si nuestra necedad fuera su culpa.
Seguramente son muchos los errores que cometemos, pero uno de los más dañinos y enmascarados se llama no asumir la responsabilidad de mis acciones.
Vamos a orar.
Perdóname Señor por la manera como la necedad me ha llevado a experimentar cosas que no debí haber vivido y a vivir situaciones que no debí dejar entrar en mi vida.
Hoy regreso a ti y me hago responsable por mis acciones y mis decisiones y por cada necedad y te pido perdón. Solo tú sabes el dolor que todo esto me causa y la necesidad que tengo de volver a empezar de nuevo contigo.
Te amo Señor y te necesito más que al aire que respiro, pues sin ti no puedo hacer conciencia de mis errores y necedades. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes