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Apocalipsis 22:1-2 NTV: Luego el ángel me mostró un río con el agua de la vida, era transparente como el cristal y fluía del trono de Dios y del Cordero. [2] Fluía por el centro de la calle principal. A cada lado del río crecía el árbol de la vida, el cual produce doce cosechas de fruto, y una cosecha nueva cada mes. Las hojas se usaban como medicina para sanar a las naciones.
Comienza un nuevo mes y tenemos la posibilidad de conocer a Jesús y de darnos cuenta que la vida sin Dios es más difícil de lo que nos podemos imaginar y sobre todo más insignificante dentro de los límites del egoísmo y el orgullo de ser, existir y tener.
Seguramente te puedes dar cuenta que existen experiencias mucho más allá de lo que podemos ver y tener, más allá de la fama, del dinero, de la opulencia y de las apariencias.
Mucho más allá de todo esto que podemos ver a nuestro alrededor, sabemos que existe un Dios, creador del cielo y de la tierra al que no se le escapa nada de lo que hacemos y somos. Por eso el verso dice que solo Dios nos puede mostrar esos ríos de agua viva de los que necesitamos beber, transparentes como el cristal y que fluye del Cordero y del trono de Dios.
De esa experiencia especial en el Espíritu de conocer a Dios, vienen las mejores cosechas de la vida, pues Él es el árbol de la vida y el que puede hacer producir las cosechas que den fruto y una cosecha cada mes. Por eso al iniciar este nuevo mes tienes la oportunidad de hacerlo de manera inteligente y duradera, buscando las cosas de arriba donde está Jesús esperando que le digas que sí y en donde podrás encontrar los verdaderos tesoros que Dios diseñó para ti desde la eternidad.
Vamos a orar.
Te amo Señor, hoy reconozco que nada puedo hacer si no estás en mi vida, pues cada cosecha, cada logro, cada día que puedo vivir existe porque tú me lo das. Tuyo soy Señor, solo quiero conocerte más y saber cuál es tu voluntad para mi vida. Lléname Señor, lléname de tu amor, y de una fe verdadera que me acerque completamente a tu presencia. En el nombre de Jesús. Amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 1 de julio. Séptima oportunidad para que recojas la cosecha.
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Apocalipsis 22:1-2 NTV: Luego el ángel me mostró un río con el agua de la vida, era transparente como el cristal y fluía del trono de Dios y del Cordero. [2] Fluía por el centro de la calle principal. A cada lado del río crecía el árbol de la vida, el cual produce doce cosechas de fruto, y una cosecha nueva cada mes. Las hojas se usaban como medicina para sanar a las naciones.
Comienza un nuevo mes y tenemos la posibilidad de conocer a Jesús y de darnos cuenta que la vida sin Dios es más difícil de lo que nos podemos imaginar y sobre todo más insignificante dentro de los límites del egoísmo y el orgullo de ser, existir y tener.
Seguramente te puedes dar cuenta que existen experiencias mucho más allá de lo que podemos ver y tener, más allá de la fama, del dinero, de la opulencia y de las apariencias.
Mucho más allá de todo esto que podemos ver a nuestro alrededor, sabemos que existe un Dios, creador del cielo y de la tierra al que no se le escapa nada de lo que hacemos y somos. Por eso el verso dice que solo Dios nos puede mostrar esos ríos de agua viva de los que necesitamos beber, transparentes como el cristal y que fluye del Cordero y del trono de Dios.
De esa experiencia especial en el Espíritu de conocer a Dios, vienen las mejores cosechas de la vida, pues Él es el árbol de la vida y el que puede hacer producir las cosechas que den fruto y una cosecha cada mes. Por eso al iniciar este nuevo mes tienes la oportunidad de hacerlo de manera inteligente y duradera, buscando las cosas de arriba donde está Jesús esperando que le digas que sí y en donde podrás encontrar los verdaderos tesoros que Dios diseñó para ti desde la eternidad.
Vamos a orar.
Te amo Señor, hoy reconozco que nada puedo hacer si no estás en mi vida, pues cada cosecha, cada logro, cada día que puedo vivir existe porque tú me lo das. Tuyo soy Señor, solo quiero conocerte más y saber cuál es tu voluntad para mi vida. Lléname Señor, lléname de tu amor, y de una fe verdadera que me acerque completamente a tu presencia. En el nombre de Jesús. Amén.
MIguel Montes