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Romanos 12:11 NVI: Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.
Como nos podemos dar cuenta a lo largo de la vida, existen muchísimas maneras de untarnos de mediocridad, y de pronto se nos puede volver más habitual de lo que parece. Una de esas maneras es habituándonos al mundo actual y condescendiendo con los vicios del sistema y con nuestra propia incapacidad para resolver, y con carácter, destruir todo argumento que se levante contra el conocimiento de Dios, y en este caso, contra cualquier principado o potestad que nos impida hacer la voluntad de Dios.
Si hemos sido llamados, debemos corresponder a ese llamado y como lo dice el verso debemos ser más que diligentes, presurosos para hacer las tareas que el Señor mande, llenos de ese fervor que solo el Espíritu Santo de Dios nos puede dar.
Vamos a orar.
Amado Dios, enséñame a ser diligente y a actuar con insistencia en cada tarea y propósito para el cual tú me hayas enviado. No quiero entrar en la mediocridad, ni mucho menos enredarme en agradar a los hombres, antes que cumplir tu perfecta y buena voluntad para mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 28 de junio. Mediocridad.
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Romanos 12:11 NVI: Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.
Como nos podemos dar cuenta a lo largo de la vida, existen muchísimas maneras de untarnos de mediocridad, y de pronto se nos puede volver más habitual de lo que parece. Una de esas maneras es habituándonos al mundo actual y condescendiendo con los vicios del sistema y con nuestra propia incapacidad para resolver, y con carácter, destruir todo argumento que se levante contra el conocimiento de Dios, y en este caso, contra cualquier principado o potestad que nos impida hacer la voluntad de Dios.
Si hemos sido llamados, debemos corresponder a ese llamado y como lo dice el verso debemos ser más que diligentes, presurosos para hacer las tareas que el Señor mande, llenos de ese fervor que solo el Espíritu Santo de Dios nos puede dar.
Vamos a orar.
Amado Dios, enséñame a ser diligente y a actuar con insistencia en cada tarea y propósito para el cual tú me hayas enviado. No quiero entrar en la mediocridad, ni mucho menos enredarme en agradar a los hombres, antes que cumplir tu perfecta y buena voluntad para mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes