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1 Timoteo 6:9-10 NTV: Pero los que viven con la ambición de hacerse ricos caen en tentación y quedan atrapados por muchos deseos necios y dañinos que los hunden en la ruina y la destrucción. [10] Pues el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal; y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas.
Son tantas las cosas y tantas las razones por las cuales, y a veces sin pensarlo, nos dejamos robar la alegría de vivir, que paradójicamente podrían ser incluso motivos insulsos, y no propiamente profundos, los que en determinado momento nos lleven a perder la alegría.
Por eso, el contentamiento proviene de una perspectiva adecuada de la eternidad. Y como lo muestra el verso de hoy, el contentamiento no es cuánto acumulas en la tierra, sino cuánto envías al cielo, porque lo que eres te acompañará a la eternidad; mientras lo que tienes en esta tierra, definitivamente se queda aquí.
El verso nos dice que hay muchas cosas que nos apartan de vivir la alegría del hoy, y entre ellas está el acumular riquezas y el conseguir más y más, pues finalmente esta condición nos deja atrapados y esclavizados de una conducta de conseguir y conseguir y aparentar y aparentar que no tiene fin.
Finalmente, el verso dice que esto nos puede causar heridas dolorosas y traumas que ningún medicamento puede curar, más que la oración y el arrepentimiento que sin lugar a dudas nos encausará de nuevo en el camino correcto que nos dirige hacia Dios.
Vamos a orar.
Señor mío y Dios mío, yo te necesito y quiero depender completamente de ti, de tal manera que los afanes de este mundo no me precipiten ni me aparten de tu bendita voluntad. Te entrego toda zozobra, toda duda, toda tristeza y toda inseguridad que haya en mi corazón, pues quiero amarte y demostrarlo y experimentarlo en mi diario vivir como la realidad que es. Tuyo soy y te pertenezco, Señor, y descanso en tu protección y cuidado, en el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 30 de mayo. ¿Cómo puedo encontrar satisfacción, independientemente de las circunstancias de la vida?
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1 Timoteo 6:9-10 NTV: Pero los que viven con la ambición de hacerse ricos caen en tentación y quedan atrapados por muchos deseos necios y dañinos que los hunden en la ruina y la destrucción. [10] Pues el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal; y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas.
Son tantas las cosas y tantas las razones por las cuales, y a veces sin pensarlo, nos dejamos robar la alegría de vivir, que paradójicamente podrían ser incluso motivos insulsos, y no propiamente profundos, los que en determinado momento nos lleven a perder la alegría.
Por eso, el contentamiento proviene de una perspectiva adecuada de la eternidad. Y como lo muestra el verso de hoy, el contentamiento no es cuánto acumulas en la tierra, sino cuánto envías al cielo, porque lo que eres te acompañará a la eternidad; mientras lo que tienes en esta tierra, definitivamente se queda aquí.
El verso nos dice que hay muchas cosas que nos apartan de vivir la alegría del hoy, y entre ellas está el acumular riquezas y el conseguir más y más, pues finalmente esta condición nos deja atrapados y esclavizados de una conducta de conseguir y conseguir y aparentar y aparentar que no tiene fin.
Finalmente, el verso dice que esto nos puede causar heridas dolorosas y traumas que ningún medicamento puede curar, más que la oración y el arrepentimiento que sin lugar a dudas nos encausará de nuevo en el camino correcto que nos dirige hacia Dios.
Vamos a orar.
Señor mío y Dios mío, yo te necesito y quiero depender completamente de ti, de tal manera que los afanes de este mundo no me precipiten ni me aparten de tu bendita voluntad. Te entrego toda zozobra, toda duda, toda tristeza y toda inseguridad que haya en mi corazón, pues quiero amarte y demostrarlo y experimentarlo en mi diario vivir como la realidad que es. Tuyo soy y te pertenezco, Señor, y descanso en tu protección y cuidado, en el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes