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Job 32:21-22 NVI: No favoreceré a nadie ni halagaré a ninguno; [22] Yo no sé adular a nadie; si lo hiciera, mi Creador muy pronto me castigaría.
Al leer este verso entre líneas, como lo tratamos de hacer cada día con la palabra de Dios, nos podemos dar cuenta de que a Dios no le gusta la adulación ni las preferencias. Y es muy recurrente en nuestras relaciones caer fácilmente en la adulación, en la hipocresía y en los halagos.
Nosotros deberíamos estar preparados, como lo dice este verso, para que en la cotidianidad no necesitemos favorecer a nadie ni halagar a ninguno. Y qué dicha que pudiéramos desaprender esa manera de ser y terminar diciendo, como está escrito en el libro de Job: (Job 32:22 NVI) «Yo no sé adular a nadie; si lo hiciera, mi Creador muy pronto me castigaría».
Vamos a orar.
Perdóname, Señor, por mi tendencia a complacer a los demás y por mi manera deliberada de adular y de favorecer y halagar sin que sea necesario. Yo te pido que me des la medida justa para dar lo que corresponde en el momento preciso, sin excederme en contemplaciones que no te agraden. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 23 de mayo. Imparcial.
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Job 32:21-22 NVI: No favoreceré a nadie ni halagaré a ninguno; [22] Yo no sé adular a nadie; si lo hiciera, mi Creador muy pronto me castigaría.
Al leer este verso entre líneas, como lo tratamos de hacer cada día con la palabra de Dios, nos podemos dar cuenta de que a Dios no le gusta la adulación ni las preferencias. Y es muy recurrente en nuestras relaciones caer fácilmente en la adulación, en la hipocresía y en los halagos.
Nosotros deberíamos estar preparados, como lo dice este verso, para que en la cotidianidad no necesitemos favorecer a nadie ni halagar a ninguno. Y qué dicha que pudiéramos desaprender esa manera de ser y terminar diciendo, como está escrito en el libro de Job: (Job 32:22 NVI) «Yo no sé adular a nadie; si lo hiciera, mi Creador muy pronto me castigaría».
Vamos a orar.
Perdóname, Señor, por mi tendencia a complacer a los demás y por mi manera deliberada de adular y de favorecer y halagar sin que sea necesario. Yo te pido que me des la medida justa para dar lo que corresponde en el momento preciso, sin excederme en contemplaciones que no te agraden. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes