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Proverbios 26:28 NTV: «La lengua mentirosa odia a sus víctimas, y las palabras aduladoras llevan a la ruina».
Como nos podemos dar cuenta, la mayoría de las veces que decimos mentiras lo hacemos con la intención de conseguir provecho de alguna situación, y en otras instancias lo podemos hacer para esconder algo que hicimos mal o algo a lo que no queremos hacerle frente. Cualquiera que sea la situación, como lo dice el verso, no tiene excusa y realmente no es necesaria.
Lo más traumático de esta historia es que muchos dicen mentiras supuestamente porque aman mucho, y como lo dice el verso, «la lengua mentirosa odia a sus víctimas», y eso son las demás personas cuando les mentimos, víctimas de nuestra falsedad y de nuestra incapacidad para hacerle frente a la verdad de nuestras equivocaciones. Y además de ello, es claro que detrás de las mentiras no hay amor, pues si en realidad lo hubiera, tendríamos el valor de no decir mentiras.
Adular es una manera de mentir y engañar a los demás que termina siendo manipulación. Y por eso la mentira no trae nada bueno a nuestras vidas y lo mejor es sacarlas definitivamente de nuestra mente, nuestra boca y nuestro corazón, pues es la única manera de recuperar la libertad, el descanso, la serenidad y el reposo que tanto necesitamos.
Vamos a orar.
Perdóname, Señor, por engañarme a mí mismo, pensando que porque amo miento. Hoy puedo ver en tu palabra y entender claramente que cuando miento, detrás de cada mentira no hay amor y más bien sí inseguridad, miedo, debilidad, hipocresía y doblez. No quiero vivir una vida doble ni mentirosa, Señor, ni mucho menos llenarme de argumentos que me lleven a justificar lo que hago, pensando que lo hago por amor, cuando en realidad mentir es la muestra más clara de mi egoísmo y sinrazón. Enséñame tu verdad, Señor, y haz de mí una persona completamente verdadera. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 9 de mayo. Detrás de cada mentira indudablemente no hay amor.
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Proverbios 26:28 NTV: «La lengua mentirosa odia a sus víctimas, y las palabras aduladoras llevan a la ruina».
Como nos podemos dar cuenta, la mayoría de las veces que decimos mentiras lo hacemos con la intención de conseguir provecho de alguna situación, y en otras instancias lo podemos hacer para esconder algo que hicimos mal o algo a lo que no queremos hacerle frente. Cualquiera que sea la situación, como lo dice el verso, no tiene excusa y realmente no es necesaria.
Lo más traumático de esta historia es que muchos dicen mentiras supuestamente porque aman mucho, y como lo dice el verso, «la lengua mentirosa odia a sus víctimas», y eso son las demás personas cuando les mentimos, víctimas de nuestra falsedad y de nuestra incapacidad para hacerle frente a la verdad de nuestras equivocaciones. Y además de ello, es claro que detrás de las mentiras no hay amor, pues si en realidad lo hubiera, tendríamos el valor de no decir mentiras.
Adular es una manera de mentir y engañar a los demás que termina siendo manipulación. Y por eso la mentira no trae nada bueno a nuestras vidas y lo mejor es sacarlas definitivamente de nuestra mente, nuestra boca y nuestro corazón, pues es la única manera de recuperar la libertad, el descanso, la serenidad y el reposo que tanto necesitamos.
Vamos a orar.
Perdóname, Señor, por engañarme a mí mismo, pensando que porque amo miento. Hoy puedo ver en tu palabra y entender claramente que cuando miento, detrás de cada mentira no hay amor y más bien sí inseguridad, miedo, debilidad, hipocresía y doblez. No quiero vivir una vida doble ni mentirosa, Señor, ni mucho menos llenarme de argumentos que me lleven a justificar lo que hago, pensando que lo hago por amor, cuando en realidad mentir es la muestra más clara de mi egoísmo y sinrazón. Enséñame tu verdad, Señor, y haz de mí una persona completamente verdadera. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes