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Salmos 71:9 NTV. «Y ahora, en mi vejez, no me hagas a un lado; no me abandones cuando me faltan las fuerzas.»
En la medida en que nos van pasando los años, nos damos cuenta que nuestras piernas no responden igual y que nuestra mente se va dispersando, y todas nuestras funciones se pueden ver cada vez más debilitadas. Es por esto que debemos entender que nuestra vitalidad, nuestro descanso y nuestra estabilidad dependen completamente de Dios y de su perfecta voluntad para nosotros, y que llega un momento en que los humos deben ser apaciguados y nuestro carácter rendido a esa soberanía plena que solo le pertenece a Dios sobre nuestras vidas.
Todo lo que nos pasa en la vida no son más que experiencias y oportunidades para volver nuestra mirada a Dios, pues cada día que pasa será una dicha saber que estamos avanzando hacia la meta que es su presencia.
Por eso dice el verso, como una súplica que nos recuerda lo frágiles que somos (Salmos 71:9 NTV): «Y ahora, en mi vejez, no me hagas a un lado; no me abandones cuando me faltan las fuerzas.»
Vamos a orar.
Gracias, Señor, por la vida que tengo y que me das, gracias por renovar mis fuerzas y darme el aliento que necesito para conocerte más y para entregarme completamente a ti con todas mis fuerzas, toda mi vida y todo lo que soy, y ayúdame a hacer tu voluntad y a rendir mi carácter, mis fuerzas y todo mi ser a ti. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 25 de enero. Cuando me faltan las fuerzas.
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Salmos 71:9 NTV. «Y ahora, en mi vejez, no me hagas a un lado; no me abandones cuando me faltan las fuerzas.»
En la medida en que nos van pasando los años, nos damos cuenta que nuestras piernas no responden igual y que nuestra mente se va dispersando, y todas nuestras funciones se pueden ver cada vez más debilitadas. Es por esto que debemos entender que nuestra vitalidad, nuestro descanso y nuestra estabilidad dependen completamente de Dios y de su perfecta voluntad para nosotros, y que llega un momento en que los humos deben ser apaciguados y nuestro carácter rendido a esa soberanía plena que solo le pertenece a Dios sobre nuestras vidas.
Todo lo que nos pasa en la vida no son más que experiencias y oportunidades para volver nuestra mirada a Dios, pues cada día que pasa será una dicha saber que estamos avanzando hacia la meta que es su presencia.
Por eso dice el verso, como una súplica que nos recuerda lo frágiles que somos (Salmos 71:9 NTV): «Y ahora, en mi vejez, no me hagas a un lado; no me abandones cuando me faltan las fuerzas.»
Vamos a orar.
Gracias, Señor, por la vida que tengo y que me das, gracias por renovar mis fuerzas y darme el aliento que necesito para conocerte más y para entregarme completamente a ti con todas mis fuerzas, toda mi vida y todo lo que soy, y ayúdame a hacer tu voluntad y a rendir mi carácter, mis fuerzas y todo mi ser a ti. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes