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Mateo 20:15 NVI
¿Es que no tengo derecho a hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O te da envidia de que yo sea generoso?”
En esta historia de los obreros del viñedo, no dejo de aprender cosas y cosas cada vez que la leo; recuerdo que una de las cosas que aprendí con esta parábola y que me marcó para toda la vida, tiene que ver con que no le puedo poner precio a lo que hago para Dios, ni mucho menos para los demás….y entonces entendí que lo que Dios me da, siempre va a ser mas que suficiente…
En este caso, ya casi terminando nuestra serie sobre los celos, nos podemos dar cuenta que ellos revelan egoísmo, pues siempre queremos para nosotros lo que a los demás le dieron…ya sea un reconocimiento, un ascenso, una felicitación, o en los casos mas insignificantes, que le dieron a alguien un detallito que yo lo quería para mi, y para mis adentros digo…. Ushhhh que rabia…todo lo quiero para mi.
Los celos muestran una pequeñez de corazón que resiente las bendiciones y la alegría de los demás.
Que pesar que no tengamos la capacidad de alegrarnos porque alguien tiene algo, o le va bien….
Esta incapacidad de regocijarse por el éxito o la buena suerte de otra persona limita nuestra alegría y nos hace miserables que solo tenemos y queremos cosas.
Por eso en este caso, otra de las curas para los celos se llama GRATITUD; ¿y tu?, estás agradecido y feliz por como le va a los demás?
Vamos a orar…
Otra vez Señor, como me enseñas y me tratas…solo tu sabes que me da rabia cuando a alguien le dan algo que yo creo que merezco y cuando veo que a los demás les hacen una atención o reciben algo, que cuando sucede, me produce frustración, competencia, engaño y tristeza…Quiero alegrarme Señor con las cosas buenas de los demás y dejar de ser el centro de atención en todo, pues solo quiero que me mires tu y recibir de ti regalos como este que me durarán para siempre y me llenan de tu perfecto amor…hoy reconozco que solo te necesito a ti y que solo tú eres mi alegría y mi descanso, en el nombre de Jesús, amen.
Tu Tiempo con el Número Uno. 4a Temporada. 29 Mayo. Le pagaron más, y todos se pusieron bravos..
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Mateo 20:15 NVI
¿Es que no tengo derecho a hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O te da envidia de que yo sea generoso?”
En esta historia de los obreros del viñedo, no dejo de aprender cosas y cosas cada vez que la leo; recuerdo que una de las cosas que aprendí con esta parábola y que me marcó para toda la vida, tiene que ver con que no le puedo poner precio a lo que hago para Dios, ni mucho menos para los demás….y entonces entendí que lo que Dios me da, siempre va a ser mas que suficiente…
En este caso, ya casi terminando nuestra serie sobre los celos, nos podemos dar cuenta que ellos revelan egoísmo, pues siempre queremos para nosotros lo que a los demás le dieron…ya sea un reconocimiento, un ascenso, una felicitación, o en los casos mas insignificantes, que le dieron a alguien un detallito que yo lo quería para mi, y para mis adentros digo…. Ushhhh que rabia…todo lo quiero para mi.
Los celos muestran una pequeñez de corazón que resiente las bendiciones y la alegría de los demás.
Que pesar que no tengamos la capacidad de alegrarnos porque alguien tiene algo, o le va bien….
Esta incapacidad de regocijarse por el éxito o la buena suerte de otra persona limita nuestra alegría y nos hace miserables que solo tenemos y queremos cosas.
Por eso en este caso, otra de las curas para los celos se llama GRATITUD; ¿y tu?, estás agradecido y feliz por como le va a los demás?
Vamos a orar…
Otra vez Señor, como me enseñas y me tratas…solo tu sabes que me da rabia cuando a alguien le dan algo que yo creo que merezco y cuando veo que a los demás les hacen una atención o reciben algo, que cuando sucede, me produce frustración, competencia, engaño y tristeza…Quiero alegrarme Señor con las cosas buenas de los demás y dejar de ser el centro de atención en todo, pues solo quiero que me mires tu y recibir de ti regalos como este que me durarán para siempre y me llenan de tu perfecto amor…hoy reconozco que solo te necesito a ti y que solo tú eres mi alegría y mi descanso, en el nombre de Jesús, amen.
MIguel Montes